lunes, 9 de febrero de 2015

UN POQUITO DE PUNSET



Los primeros contactos del bebé con el pecho materno le proporcionan una valiosa información al cerebro. 


El bebé nota la piel suave y caliente de su madre, estimula su tacto, percibe los sonidos del latir de su corazón lo que le tranquiliza al sentirse como en casa, el olor de su pecho activa su reflejos de búsqueda del pezón y cuando tiene cerca el pezón lo lame, el sabor dulce de su leche  le sacia el hambre, la sed y le proporciona placer, fabricando opiáceos que le relajan y favorecen el descanso y el sueño. 

Cuando el pequeño  integra todas estas percepciones en los circuitos de su cerebro, asociándolas a los distintos estados de placer y satisfacción. Intentar preservar el hábitat del bebé, que se sienta como en casa (su casa hasta ahora ha sido el útero materno) es hacerle sentir valioso, satisfecho, es liberarle de estrés y fomentar un mejor desarrollo de las conexiones neuronales de su cerebro. Facilitando una mayor autoestima y personalidad segura.

Estos mecanismos de placer se reproducirán más fácilmente ante otras experiencias de aprendizaje (es lo que hemos grabado en nuestra mente), y ya se sabe que lo que se aprende con satisfacción y placer se aprende mejor. 


Cuando un bebé pide contacto, recordemos que la teta no es sólo alimento, y al niño se le hace esperar porque no han pasado 3 horas desde la última toma o no se le escucha, el  niño que vive inseguro y con miedo porque no controla la situación, sus progenitores como menos previsibles, emocionalmente distantes y en la mente del bebé se crea una representación de esta relación
caracterizada por la incertidumbre.

Se establecen circuitos como respuesta al miedo y la reacción tiende a perpetuarse automáticamente. Muchos miedos almacenados en la infancia son inconscientes y perduran siempre.  El hecho de no saber pedir ayuda es porque ha aprendido que nadie se la va a dar porque a veces de pequeño lloraba pidiéndola y nadie le hacía caso (esto se llama indefensión aprendida y lo presentan muchos niños a los que se ha tardado en atender o se les ha dejado llorar).


Un bebé que disfruta de la experiencia repetida de respuestas de atención consistentes y rápidas a sus es capaz de desarrollar un modelo mental seguro y organizado de su relación emocional. 

No responda a su bebé y hará un adulto que no pregunta, deje llorar a su bebé y tendrá un adulto que no sabe quejarse adecuadamente porque la forma natural de hacerlo ha quedado truncada y alterada en él. El llanto es un proceso comunicativo que no debería ser  manipulado nunca.